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¿Cómo afecta la Osteoporosis a la calidad de vida?
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LA REHABILITACIÓN TRAS UNA FRACTURA TIENE QUE SER PERSONALIZADA
María Elena Martínez Rodríguez, especialista del Servicio de Rehabilitación del Hospital Universitario Ramón y Cajal, Madrid, nueva entrevistada en La Ventana de EMI dedicada a la osteoporosis
La osteoporosis puede afectar negativamente a la calidad de vida, reduciendo el funcionamiento físico y la movilidad, y afectando las actividades de la vida diaria. Todo esto, además, puede traducirse en un estado de ánimo bajo, tendencia a la depresión y al aislamiento social. Un problema que necesita ser atendido, ya que se calcula que solo el 40 % de los pacientes que han sufrido una fractura osteoporótica recupera su anterior calidad de vida, autonomía e independencia.
Para hablar del impacto de la osteoporosis y de las fracturas por fragilidad en la calidad de vida, y de cómo se puede mejorar la misma, contamos en un nuevo capítulo de La Ventana de EMI dedicada a la osteoporosis, en colaboración con Gedeon Richter, con María Elena Martínez Rodríguez, médica especialista en Rehabilitación del Servicio de Rehabilitación del Hospital Universitario Ramón y Cajal (Madrid).
La experta recuerda que actualmente la osteoporosis afecta a más de 3 millones de personas en España y que se producen cerca de 285.000 fracturas nuevas al año. Por otra parte, la doctora comenta que las mujeres con osteoporosis postmenopáusica tienen peor calidad de vida, especialmente aquellas que sufren una fractura por fragilidad, por lo que el impacto de esta patología en la calidad de vida es un reto a abordar.
El miedo a la caída
La osteoporosis no duele, pero su diagnóstico, incluso antes de una fractura, ya cambia la forma de afrontar el día a día de muchas pacientes, sobre todo, por la aparición del miedo a una caída y a que llegue esa fractura. Incluso, en los casos más complejos, Martínez asegura que aparece la llamada kinesiofobia o el miedo al movimiento. “Ese miedo les afecta a nivel de salud mental, provoca aislamiento social, miedo a relacionarse y a realizar determinadas a actividades sociales por miedo a una posible caída, ocasionando una fuerte situación de estrés”.
En este sentido, los profesionales tienen un papel importante, “darles información ayuda a cómo van a afrontar ese miedo”. Además, las pacientes deben conocer que “en la consulta se van a trabajar en medidas preventivas para evitar que se fracturen”.
Cuando llega la fractura
Pese a ello, hay pacientes que ya llegan a consulta cuando se ha producido una primera fractura, por lo que lo urgente es atender a esa fractura, al dolor y luego enfocarse en la rehabilitación.
“Las fracturas que más afectan a la calidad de vida son las vertebrales y las de cadera”, advierte la especialista en rehabilitación. Tras la fractura de cadera de aquellas mujeres que tenían una movilidad normal, solo el 50 % volverá a andar sin ayuda. Por otra parte, en la fractura vertebral uno de los principales problemas será la curvatura de la columna, que afectará no solo a nivel estético y de autopercepción corporal, sino también supondrá un desequilibrio con mayor riesgo de futuras caídas.
De esta forma, muchas pacientes acabarán necesitando ayuda para andar, con un bastón o un andador y también quizás ayuda en casa para realizar algunas tareas.
Fracturas a todas las edades
La idea de una fractura por fragilidad se asocia a una persona mayor, pero lo cierto es que también hay fracturas en mujeres relativamente jóvenes tras llegar la menopausia, que aún están activas laboralmente. En estas mujeres son más comunes fracturas del radio distal, seguidas de las de húmero y las vertebrales.
En primer lugar, deberán enfrentar seguramente una baja y después un trabajo de rehabilitación, aunque, según la experta, la mayoría se recupera y puede volver a su trabajo habitual y solo en algunos casos se necesitará una adaptación en el puesto de empleo.
El impacto económico
Más allá del impacto en la vida laboral, la calidad de vida también se ve afectada por el impacto económico que puede sufrir la familia en el caso de que la paciente no se recupere y necesite cuidados informales e incluso llegue a tener cierto grado de dependencia.
En este sentido, María Elena Martínez recuerda que hay ayudas que dependerán de cada Comunidad Autónoma tanto para la subvención de material ortoprotésico, como para reformar la casa o el acceso a la vivienda por parte de la comunidad.
Afrontar la rehabilitación
La especialista del Servicio de Rehabilitación del Hospital Universitario Ramón y Cajal explica que hay que distinguir dos tipos de pacientes en rehabilitación.
En primer lugar, estarán los que tienen riesgo de fractura, pero aún no han sufrido la misma y con los que se debe hacer trabajo preventivo, como es el caso de pacientes mayores, pero también otros perfiles como lesionados medulares, post ictus, etc.
Por otro lado, estarán los pacientes ya fracturados, que será en los que habrá que hacer un análisis de su movilidad previa, de cuáles son sus actividades diarias y desde ahí marcarse unos objetivos de recuperación para mejorar movilidad, fuerza, equilibrio y la propia marcha. Será clave también abordar la educación del paciente para prevenir posibles fracturas, tratando cuestiones como mejorar los hábitos de vida, pero también concienciado de la importancia de la adherencia al tratamiento.
A este respecto, la rehabilitadora insiste en que “la rehabilitación ha de ser personalizada” adaptada al tipo de fractura y al perfil del paciente.